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miércoles, 27 de octubre de 2010

Compartir nuestra esperanza de Timothy Radcliffe

Conferencia impartida por Timothy Radcliffe OP durante el Congreso de CYMFed(Christian Young Movements) en Londres en septiembre 2010

A los Lideres de Jóvenes -

Me gustaría hablar acerca de la esperanza y de cómo nos ayudamos unos a otros a esperar. Tres sacerdotes, un dominico, un benedictino y un obispo, estaban en un barco de vela a en medio del Océano Pacífico. Y el barco se hundió y todos terminaron en una pequeña isla desierta. Después de algún tiempo un ángel se les apareció y les ofreció a cada uno de ellos cumplirles un deseo. Y así el dominico pensó radicalmente y dijo al ángel: "Me gustaría volver al convento con mis hermanos en Inglaterra" Y Zas!! ', él, se había ido, como un mensaje de texto en un Iphone. Entonces el benedictino, dijo, 'Esos Dominicos, como siempre, tienen toda la razón. Yo también quiero irme a mi Abadía de Alemania. "Y Zas!! Desapareció. Entonces el obispo dijo: "Estoy terriblemente solo, ahora que ellos se han ido. ¿Podrías regresar al Dominico y al Benedictino por favor? Y Zas! Zas! Ellos tres estaban de nuevo juntos.

Estos religiosos eran sabios en su deseo de estar de regreso en sus comunidades. Nos necesitamos unos a otros para mantener viva nuestra esperanza para el futuro. Tenemos una crisis económica, lo que significa que millones de jóvenes tienen pocas perspectivas de trabajo en el futuro inmediato. Lo peor de todo es que tenemos la perspectiva de una catástrofe ecológica tan vasta, que podría matar a millones de personas, sobre todo después de la desastrosa conferencia de Copenhague. ¿Cómo será el planeta cuando los jóvenes sean de mi edad?

Es por esto que muchas personas prefieren comer, beber y divertirse y pretender que este futuro nunca va a acontecer. Y esto en realidad es una forma de desesperación.

Frente a estos desafíos, las generaciones necesitan darse esperanza unas a otras. Las personas mayores necesitan dar esperanza a los jóvenes, creyendo en su futuro. Y los jóvenes ofrecer esperanza a las personas mayores, porque ellos son su futuro.

Me encanta la palabra confianza. Proviene del latín confidens, que significa creer mutuamente.

Permítame contarles la experiencia de un joven amigo mío llamado Juan. Su historia es de alguien que ha recibió y ha dado esperanza. Juan fue expulsado de la escuela por tomar drogas. De repente su mundo se derrumbó y se sintió desesperado. . Sus padres decidieron llevarlo de vacaciones para animarlo.

Su madre había ido a recoger los boletos a la agencia de viajes, y cuando ella regresó a su departamento, se encontró con una multitud de personas que se habían congregado en la calle. En el centro estaba su hijo. Juan había saltado desde el séptimo piso.

Ella me llamó por teléfono a Oxford desde un hospital en Londres para pedir mis oraciones puesto que su hijo, no tendría mucho tiempo de vida. Me ofrecí a venir y ella respondió que no tenía sentido ya que Juan estaría muerto en una hora. Aún así, decidí ir a verla, pues sabía que iba a necesitar a alguien cercano después de lo que se preveía venir... Cuando llegué, Juan aún estaba vivo. El médico me mostró que su temperatura interna descendía constantemente. Él me dijo que cuando la temperatura llegara a un cierto nivel, entonces Juan iba a morir, probablemente esto sería en unos veinte minutos. Tomé su mano y le dije que estábamos rezando por él. Se había quebrado todos los huesos de su cuerpo, y uno de los pulmones, tenía un orificio. Su estómago también mantenía heridas internas, sin embargo él me hizo una seña con la mano. Y, por último escribió muy levemente, “Yo también puedo orar”.

Entonces sucedió algo extraordinario. Su temperatura interna comenzó a aumentar de nuevo, y sobrevivió. Le tomó seis meses poder volver a caminar, la mayoría de ese tiempo lo paso cubierto con vendajes de seda fina hasta que su cuerpo sanó. Cuando lo iba a visitar me tenía que recostar en el suelo boca arriba para poder ver su rostro. El año pasado se casó Y ahora de hecho está bien. Y es un artista de éxito. El punto de inflexión fue cuando oramos juntos. Cuando le dije que estábamos orando, comenzó a vivir, y cuando él nos dijo que él estaba orando, empezamos a tener una nueva esperanza. Pero ¿Qué es la base de nuestra esperanza? ¿Cómo nos atrevemos a seguir confiando en que Dios nos dará un futuro mejor aún cuando no lo pudiéramos imaginar, cuando no podemos encontrar trabajo o cuando hemos roto las relaciones con la persona que más amábamos?

Otra experiencia que quisiera compartir con ustedes es la que tuve en Rwanda, justo cuando la situación problemática comenzaba. Fue una de las más importantes experiencias de mi vida. Transformó mi comprensión de lo que significa la esperanza y es por ello que la relato a menudo.

Fuimos en coche al norte, debíamos visitar a nuestras hermanas que cuidaban los refugiados. El embajador belga se acercó y nos advirtió que la violencia estaba apunto de estallar en todo el país y que deberíamos quedarnos en casa. Pero éramos jóvenes e imprudentes, y así avanzamos hasta llegar cerca de los bloqueos del ejército en las carreteras para detener a quien tratara salir de la capital. Nos encontramos en medio del caos. Había sido un día terrible, tener que salir del coche para enfrentarnos con grupos de rebeldes y de soldados, armados con fusiles y machetes. No pensé que viviría hasta el final del día. Lo peor fue ver un hospital lleno de niños mutilados por minas terrestres. Recuerdo a un niño que había perdido sus dos piernas, un brazo y un ojo, y a su padre que sentado lloraba junto a él. Yo también salí a los matorrales y me puse a llorar. En ese momento, otro niño con una sola pierna saltando llegó a mi lado para consolarme. No tenía nada para conseguir unas muletas.

Luego fuimos a visitar a las hermanas. Yo sabía que ellas esperaban algunas palabras de mí, pero ¿qué podía decir? En ese día me había encontrado con más sufrimiento que en toda mi vida. Yo no tenía palabras. Y entonces me acordé de que Jesús nos había dejado algo por hacer en memoria de él. Podríamos recordar lo acontecido aquella noche antes de morir, que fue el momento más oscuro de su historia humana. Uno de sus amigos lo habría de vender. Su discípulo elegido, Pedro, estaba a punto de traicionarlo. Y la mayoría de todos los demás huirían sin dirección. Y cuando todo parecía perdido y no habría futuro, realizó un hecho extraordinario.

Estando cenando con sus amigos, tomó el pan, lo partió, y se los dio diciendo: «Esto es mi cuerpo, entregado por vosotros." Cuando el futuro parecía ser sólo la cruz, ha realizado un gesto de locura, generoso y lleno de amor. Y este gesto, ha llegado a ser la base de nuestra esperanza. Cada vez que nos reunimos como una comunidad para celebrar la Eucaristía, recordamos ese momento de oscuridad, en el que, el inesperado regalo de un futuro nuevo se nos dio. La última cena parecía el final, y sin embargo, esta última cena, fue el comienzo, la primera Eucaristía.

II

Ahora bien, Jesús hizo dos cosas extraordinarias en ese momento. En primer lugar Jesús ha dado a los discípulos espacio y tiempo. Estuvo solo con ellos. Y en segundo lugar se entrego a sí mismo. Todo el amor que espera o toda la espera amorosa, necesita de ambos el don del espacio y el don de si mismo. Eso es lo que las personas mayores les pueden dar a ustedes que son jóvenes, y eso es lo que ustedes nos pueden dar. Reflexionemos un momento en cada uno de ellos. Jesús les da espacio y tiempo. Si Yo supiese que los soldados no tardarían en venir a arrestarme, y que iba a ser negado precisamente por este grupo de amigos a quienes había dado todo, me encontraría en un estado de pánico total, y también muy enojado... Pero Jesús mostró su esperanza estando tranquilamente con ellos, compartiendo una comida, compartiendo sus últimas palabras, hablando con ellos. El momento presente es el único momento que existe. Y es ahora cuando se inicia el futuro. Dios nos ama dándonos espacio. Él dice: "Hágase la luz 'y la luz fue hecha. Él nos ha dejado ser. Que sea el arzobispo Vicente y el Abad Christopher y todos nosotros que estamos aquí. Y así ha sido.

El amor de Dios es discreto. Bertrand Russell decía que si al morir descubría que Dios existía, entonces él le diría: “Debiste de haber hecho tu existencia más obvia”. Sin embargo Dios no es así, Dios no nos abruma. Dios nos permite respirar.

Lo más hermoso que podemos dar a quien amamos es el espacio para estar, ya sea para que hable o para que guarde silencio, según lo necesite. Nuestro mundo, frenético, lleno de ocupaciones de reuniones y proyectos, trata siempre de alcanzar sus objetivos y metas. Pero cuando uno realmente ama a alguien, no se sienta con el con una lista de objetivos que deben alcanzarse, ni llena un formulario de evaluación al final del encuentro. Uno estás con los que ama sin ningún propósito especial, solo por el gusto de escucharlos y de hablar. Realmente escuchar a otra persona es una de las artes más bellas y más duras disciplinas. Cuando yo era el Maestro de la Orden Dominicana, tuve el privilegio extraordinario de encontrarme con cada uno de los hermanos de la Orden por aproximadamente media hora. Estos encuentros eran exigentes para mí porque hay varios miles de nosotros. Una vez, en México, al final de un largo día, estaba con un fraile, viejo amigo mío, pero deseando terminar la conversación para poder irme a descansar. Y él me dijo: 'Timoteo, es la tercera vez que estas viendo tu reloj." Aprendí la lección.

Desde entonces pongo el reloj detrás de la silla del que estoy escuchando...

A veces tenemos miedo de estar con la gente porque no sabemos qué decir o por donde irá la conversación.

Cuando era joven e inexperto capellán, una joven estudiante muy bonita, vino a verme, para confesar su exótica vida sexual. Mi imaginación estaba aturdida. Al tiempo que ella confesaba las cosas que yo nunca hubiera considerado siquiera posibles, Yo me aterrorizaba pensando que le podría decir. Cuando ella dejó de hablar, yo dejé de escucharla y al mismo tiempo me di cuenta de que no tenía nada que decirle. Pero si uno escucha con todo el corazón y la mente, entonces lo que uno va a decir en ese momento, ¡de verdad que se le dará!

Jean Vanier, el fundador de El Arca, dice que las personas con discapacidades que él cuidaba, fueron quienes le enseñaron a amar a las personas y permitirles ser ellas mismas. El menciona a un joven llamado Eric que estaba discapacitado físicamente en grado extremo. Jean decía que cuando él bañaba a Eric, tenía que dejar que Eric se tomara su tiempo. No podía forzar el ritmo. Eric siempre encontraba dificultad para orinar con exactitud. Un día lo logró sin errores, ¡por lo que la comunidad abrió una botella de champagne para celebrar!

Como decía, Jesús les dio a los discípulos espacio y tiempo para hablar y escucharlos. Los dejó ser ellos. Pero también hizo algo un poco diferente, se les entrego él mismo. “Este es mi cuerpo entregado por vosotros”. Se entregó sin condiciones.

La otra cara de nuestro amor esperanzado es que nos entreguemos el uno al otro. Esto puede tomar la forma de amistad, de compromiso, e incluso, finalmente, de matrimonio, cuando se le dice a alguien, 'Esto es mi cuerpo y me entrego a ti, ahora y por siempre”.

Puede también adoptar la forma de una generosidad increíble, cuando uno arriesga su vida. Alguien que me ha influido enormemente ha sido mi hermano, Pierre Claverie, obispo de Orán, en Argelia. Fue asesinado por su oposición al terrorismo. Cuando visité su diócesis, era un momento peligroso. Pierre nos condujo alrededor de la diócesis haciendo de vez en vez llamadas telefónicas para cerciorarse de que los terroristas no habían bloqueado la carretera, pues sabia que sería ejecutado en caso de ser capturado.

La diócesis había abierto algunas bibliotecas para que los jóvenes estudiantes musulmanes pudieran ir y estudiar cuando lo desearan. Pero justo antes de mí llegada dos hombres armados habían entrado y disparado a los dos religiosos que dirigía una de las bibliotecas. A pesar de que Pierre se movilizaba en el borde del Sahara, se preguntaba dónde podría encontrar otros misioneros que reemplazaran a aquellos dos.

Y un viejo fraile que estaba en la parte trasera del coche dijo: "Pierre, yo iré. Soy viejo y algún día me he de morir. Me ofrezco para ir a trabajar a la biblioteca. "Aquí estoy, cuenta conmigo”.

Amar bien a las personas significa encontrar el equilibrio adecuado entre darles espacio y darse uno mismo. Si nos limitamos a darles solo espacio, puede que se sientan solos, abandonados. Si nos entregamos a los demás, pueden sentirse quizá desbordados. Tuve un correo electrónico de una mujer recién casada. Ella ama a su marido por completo y no puede soportar separarse de él. Ella no puede tolerar ninguna separación. Y así, por supuesto, El tiene que escaparse para poder respirar.

Dios es el amante perfecto. Dios nos ha dado tanto espacio que algunas personas no se dan cuenta en absoluto de su presencia... Pero en Jesús, Dios se nos da a sí mismo, sin condiciones, entregándose totalmente.

Por último, expresamos nuestra esperanza celebrando. Lo primero que hizo Jesús para predicar el reino fue comer y beber con la gente. El celebró con ellos. Él los celebró. En Cana convirtió el agua en vino para que la fiesta pudiera continuar. Se le llegó incluso a acusar de ser un borracho y glotón.

Todos los domingos nos reunimos para celebrar la Misa pero desgraciadamente ¡no siempre parece que fuera una celebración! La Eucaristía más conmovedora en la que he participado fue cuando estaba en París. Fue en la misa de Navidad para los vagabundos, que se celebra en una gran tienda de campaña en el centro de París. El sacerdote era un dominico español, Pedro Meca, que vive como un vagabundo en las calles de París y regresa a sus hermanos una vez a la semana para toma una ducha y una buena comida. ¡Creo que los hermanos esperan que tome la ducha antes de la comida!

Todos los desvalidos, los sin techo, y vagabundos fueron invitados.

Más de mil personas se reunieron para celebrar. Fue una celebración intensa a momentos la gente se encontraba confundida en su felicidad. El altar era de cartón, para celebrar al Cristo que ha nacido hoy para todos aquellos que viven en cajas de cartón. Cuando Pedro destapo la botella de vino durante el ofertorio, las aclamaciones se hicieron resonar. Después todos fueron invitados a un banquete magnífico. Ese fue un signo del Reino. Ese fue un gesto de esperanza que sobrepaso las divisiones entre ricos y pobres y habla de la alegría del Reino hoy.

Por este motivo mi más ardiente deseo es que ustedes sean portadores de esperanza. El futuro puede parecer sombrío. Nos podemos preguntar seriamente hacia donde nos dirigimos. Cada uno de nosotros vivirá momentos de crisis, cuando el futuro parecerá incierto. Pero en cada Eucaristía recordaremos el momento en que parecía que no había mas futuro, salvo la cruz. Cuando todo parecía terminado, y entonces Jesús hizo este extraordinario acto de generosidad y esperanza. Es por este hecho, que nunca debemos temer. Pues podemos compartir esta nuestra esperanza unos con otros.

Traducción : Hno Juan Castro