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jueves, 28 de julio de 2011

Artículos de la Unión de Superioras y Superiores Generales

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y en está encontrarás artículos muy interesantes sobre la Vida Religiosa del Seminario Teológico 2011

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Hecho pues y gracias.

domingo, 22 de mayo de 2011

DIEZ TESIS SOBRE LA CRISIS DE LA MODERNIDAD -Victor M Toledo-

1. La mirada histórica. Resulta imposible tener una visión acertada de la crisis actual si se carece de una perspectiva histórica. Pero nos referimos no sólo a la historia de los historiadores, sino también a la de los arqueólogos, paleontólogos, biólogos, geólogos y astrofísicos. El panorama revelado por la investigación científica, es decir por el pensamiento racional, ofrece datos concretos acerca del devenir humano y social, del mundo vivo, del planeta y del universo. Comprender la vida del planeta o la evolución de los homínidos resulta necesario para entender los procesos sociales. Buena parte de la tozudez humana proviene de la estrechísima mirada de los analistas y estudiosos, de su ausencia de memoria, de su visión casi instantánea, rasgo inequívoco de la propia crisis.

2. Crisis de civilización. El mundo moderno es un invento social de hace apenas 300 años. Un origen difícil de precisar pero que se ubica en algún punto donde confluyen industrialismo, pensamiento científico, mercado dominado por el capital y uso predominante de petróleo. El inicio de la ciencia puede fecharse de manera “oficial” en 1662 y 1666, años en que se fundaron las primeras sociedades científicas en Inglaterra y Francia, respectivamente. El estreno de un pozo petrolero regurgitando “oro negro” tuvo lugar el 17 de agosto de 1859 en el Sureste norteamericano. La industrialización y el capitalismo son procesos difíciles de datar, pero ambos no van más allá de los tres siglos.

En la perspectiva de la historia de la especie, de unos 200 mil años, la aparición de la era moderna ocurrió en apenas “un abrir y cerrar de ojos”. En unas cuantas décadas se pasó de un metabolismo orgánico a un metabolismo industrial. La crispación que hoy se vive se debe, fundamentalmente, a lo ocurrido en los últimos 100 años, un lapso que equivale solamente al 0.05 por ciento de la historia de la especie humana. En el parpadeo del último siglo todos los procesos ligados al fenómeno humano se aceleraron, incrementando sus ritmos a niveles nunca vistos y generando fenómenos de tal complejidad que la propia capacidad del conocimiento humano ha quedado desbordada. El siglo XX ha sido entonces la época de la consolidación del mundo moderno, industrial, capitalista, racional, tecnocrático, y de su expansión por todo el planeta.

Vivimos una crisis de la civilización industrial cuyo rasgo primordial es la de ser multidimensional, pues reúne en una sola trinidad a la crisis ecológica, a la crisis social y a la crisis individual, y dentro de cada una de éstas a toda una gama de (sub) dimensiones. Esto obliga a orquestar diferentes conocimientos y criterios dentro de un solo análisis, y a considerar sus ámbitos visibles e invisibles. Se equivocan quienes piensan que la crisis es solamente económica o tecnológica o ecológica. La crisis de civilización requiere nuevos paradigmas civilizatorios y no solamente de soluciones parciales o sectoriales. Buena parte de los marcos teóricos y de los modelos existentes en las ciencias sociales y políticas están hoy rebasados, incluidos los más críticos.

Estamos entonces en un fin de época, en la fase terminal de la civilización industrial, en la que las contradicciones individuales, sociales y ecológicas se agudizan y en el que los escenarios sorpresivos y la ausencia de modelos alternativos son cada vez la norma. Vista así, la crisis requiere un esfuerzo especial, pues se trata de remontar una época que ha afectado severamente un proceso histórico de relaciones visibles e invisibles iniciado hace miles de años: el metabolismo entre la especie humana y el universo natural.

3. El papel crucial de la ciencia y la tecnología. Estos últimos tres siglos han sido una sucesión continua de transformaciones vertiginosas, inusitadas y hasta compulsivas. La ciencia apuntaló, a través de la tecnología, el desarrollo del capitalismo y éste impulsó a niveles inimaginables el desarrollo de la ciencia. El conocimiento permitió la construcción de máquinas cada vez más sofisticadas. El poder de la especie humana se multiplicó a niveles sin precedentes, tanto para construir como para destruir. El mundo moderno, profano y pragmático, que fue y sigue siendo un producto del conocimiento racional, modificó radicalmente visiones, instituciones, reglas, costumbres, comportamientos y relaciones sociales. El conocimiento, en íntima relación con la empresa, triunfó sobre todas las cosas y transformó como nunca antes.

La ciencia (y sus tecnologías) al servicio del capital es por fortuna dominante pero no hegemónica. Contrariamente a lo que se pregona y sostiene, no hay una sola ciencia (“La Ciencia”) sino muchas maneras de concebir y hacer ciencia, así como de producir tecnologías. Al interior de la gigantesca comunidad científica existen minorías críticas de contracorriente que buscan un cambio radical del quehacer científico y la democratización del conocimiento. Por ello, toda superación de la crisis actual supone un cambio radical en la manera de generar y aplicar ciencia y tecnología. Mientras no existan propuestas alternativas de conocimiento científico no podrá remontarse la crisis; el conocimiento seguirá encadenado al capital.

4. Tradición y modernidad. Una de las claves para la correcta comprensión de la crisis de la modernidad, y su posible superación, atañe a la significación cultural de los mundos que se ubican antes o por fuera de ese mundo moderno. Las periferias espaciales y temporales que por fortuna aún existen como enclaves pre-modernos o preindustriales son estratégicas para la remodelación de la sociedad actual. Por lo común, lo tradicional se opone (contrasta) a (con) lo moderno.

Durante más del 99 por ciento de su historia, el ser humano aprendió a convivir y dialogar con la naturaleza, al considerarla una entidad sagrada y al concebir a sus principales elementos como deidades y dioses. También aprendió a formar colectivos basados en la cooperación y la solidaridad, la sabiduría de los más viejos y el uso de una memoria comunitaria y tribal. La época de oro de la especie humana tuvo lugar hace unos 5 mil años, cuando cerca de 12 mil culturas, distinguidas por la lengua y distribuidas por todos los hábitats del planeta, aprendieron a vivir en comunidades o aldeas soportadas por relaciones armónicas con sus recursos locales. La aparición de sociedades no-igualitarias cada vez más complejas permitió el incremento de la población, del comercio y del conocimiento, pero también desencadenó usos imprudentes de los recursos naturales.

La historia que siguió a esa época de equilibrio no ha sido más que la historia de una doble explotación, social y ecológica, un largo proceso de degradación y decadencia que alcanza su cenit con el advenimiento de la modernidad. Hoy como nunca antes, a pesar de los avances tecnológicos, informáticos y sociales (como la democracia), la especie humana y su entorno planetario sufren los peores procesos de explotación y destrucción.

En lo que queda de tradicional en el planeta, 7 mil pueblos indígenas con una población estimada en 400 a 500 millones, se encuentran las claves para la remodelación de las relaciones sociales y de las relaciones ecológicas, hoy convertidas en meras formas de explotación del trabajo humano y de la naturaleza. Por ello resultan de enorme interés los experimentos políticos que viven países como Bolivia y Ecuador, donde los gobiernos se nutren de elementos de la cosmovisión indígena. Ello no significa una vuelta romántica al pasado (tentadora opción), sino la síntesis entre tradición y modernidad, que es la disolución de su conflicto.

5. La crisis del racionalismo y el re-encantamiento del mundo. La ciencia dio lugar al nuevo “cosmos oficial” del mundo moderno. El conocimiento científico ha revelado el macrocosmos y el microcosmos, desconocidos ambos por los seres pre-modernos. Sobre este cosmos profano que reconoce todo ciudadano moderno se montan, a manera de componentes no deseados, otros cosmos secundarios, marginales o alternativos que se empeñan por mantener vigente, de mil maneras, un cosmos sagrado.

Pero el imperio de la razón generó a su vez una nueva contradicción. El racionalismo, que ineludiblemente separa al sujeto del objeto de su observación y análisis, profanó una visión del mundo que había prevalecido y operado exitosamente durante el largo pasado, y quebró la unidad que existía entre individuo, sociedad y naturaleza. Esta vez la visión secularizada, objetiva y científica de la realidad, prometió mitigar la angustia mediante una oferta tentadora: la construcción de un mundo pleno de satisfactores, cómodo y seguro, donde quedarían satisfechas la mayor parte de las necesidades. Este “mundo feliz” tendría como sus fundamentos el uso creciente y perfeccionado de los conocimientos científicos y tecnológicos, puntualmente orientados por un ente económico superior: el mercado. La fe en el progreso, el desarrollo y un futuro cada vez mejor, compensó la ausencia de creencias divinas en la que devino la nueva concepción moderna y racional de la realidad. Pero esta sustitución, que dejó atrás el encantamiento del mundo, condenó al mono racional a vivir frente a una realidad que se analiza y se fracciona por medio de instrumentos, fórmulas, teoremas, ecuaciones y experimentos, pero que de nuevo carece de un significado como totalidad. El ser moderno ha quedado a la deriva y desprovisto de brújula, por ello se hace necesario un re-encantamiento del mundo, una reconexión del individuo consigo mismo, con los otros y con la naturaleza, que no es más que el concepto del “buen vivir” de las cosmovisiones indígenas.

6. El individuo olvidado. En un mundo orientado por una racionalidad instrumental, materialista y tecnocrática, las soluciones a la crisis se buscan por lo común en los procesos de innovación tecnológica, los ajustes al mercado, los productos que se consumen, los sistemas de producción, los instrumentos financieros o políticos, los medios masivos de comunicación... y muy rara vez en el individuo, en el ser y sus expresiones más cercanas, sutiles y profundas: su cultura, comuni-cación, problemáticas, relaciones con él mismo y con los demás, incluidas sus maneras de organizarse y resistir. No se puede buscar la transformación de las “estructuras externas” y visibles de los procesos vastos y gigantescos de la sociedad y la naturaleza sin explorar el mundo (interno, doméstico y organizacional) del individuo. El ser humano es un ente complejo que busca el equilibrio entre razón y pasión, pensamiento y sentimiento, cuerpo y espíritu. Es un ser cuyas conductas y decisiones se rigen no solamente por el mundo conciente del día sino por el universo inconciente de la noche y los sueños. El ser humano, la cultura a la que pertenece y recrea su vida cotidiana, así como las instituciones y organizaciones que inventa para enfrentar, resistir y remontar la crisis, son las claves ocultas, las dimensiones intangibles que la reflexión crítica debe integrar. Es Occidente por fin mirando a Oriente.

7. La conciencia de especie. Hoy, el conocimiento coherente y completo de los procesos históricos y actuales, naturales y sociales, permite al ser humano adquirir una conciencia sin concesiones. Una mirada limpia sobre lo que acontece. La conciencia de especie permite recobrar una percepción original del ser humano, hoy casi olvidada o suprimida en la realidad industrial: la de su pertenencia al mundo de la naturaleza. También lo conduce a restablecer un comportamiento solidario con sus semejantes vivientes (humanos y no humanos) y no vivos y a edificar una ética de la supervivencia basada en la cooperación, la comunicación y la comprensión de una realidad compleja.

Bajo la conciencia de especie ya no sólo se pertenece a una familia, a un linaje, a una comunidad, a una cultura, a una nación o a una cofradía religiosa o política. Antes que todo se es parte de una especie biológica dotada de una historia y necesitada de un futuro, y con una existencia ligada al resto de los seres vivos que integran el hábitat planetario y, por supuesto, en íntima conexión con el planeta mismo. La conciencia de especie otorga a los seres humanos una nueva percepción del espacio (topoconciencia) y del tiempo (cronoconciencia), que trasciende la estrechísima visión a la que le condena el individualismo, el racionalismo y el pragmatismo del homo economicus

8. La era del poder social. Vivimos el pináculo del capital y, específicamente, del capitalismo corporativo. Como nunca antes las grandes compañías han tenido ganancias récord, y si no, si han entrado en bancarrota, se han dado el lujo de ser rescatadas por los impuestos ciudadanos. Esto ha sido así porque el poder económico ha sojuzgado al poder político hasta tal punto que en muchos casos es imposible distinguir si se trata de un político que se dedica a los negocios o un empresario que se dedica a la política (ahí están los casos emblemáticos de G. Bush, V. Fox, S. Berlusconi y S. Piñera). Frente a esta amalgama de intereses, la gran derrotada ha sido la sociedad civil, que ha visto menguado su poder de decisión. Hoy, la devastación del mundo de la naturaleza corre en paralelo a la explotación del esfuerzo de los trabajadores. Liberado de candados y restricciones, solo, el capital destruiría el planeta entero si ello fuera rentable, de la misma manera que exprimiría hasta la última gota de sudor de los empleados y trabajadores y abusaría impíamente de los consumidores. El gran desafío es entonces la re-constitución del poder social y el control ciudadano sobre los procesos económicos y políticos. Ello supone construir o re-construir el poder social en territorios concretos. En esta perspectiva, la superación de la crisis será la sustitución paulatina y gradual de las actuales instituciones por aquellas creadas por el poder ciudadano. A las gigantescas compañías monopólicas seguirán las cooperativas, microempresas y empresas de escala familiar; a los grandes bancos, cajas de ahorro, bancos populares y cooperativas de crédito; a las cadenas comerciales el comercio justo, orgánico y directo entre productores y consumidores. A la producción estatal o privada de energías fósiles y del agua seguirá la producción doméstica o comunitaria de energías solares y renovables y de agua; a los grandes latifundios, base de los agro-negocios, las reformas agrarias de inspiración agro-ecológica; a los espacios naturales, escénicos y de esparcimiento hoy privatizados, su reconversión en espacios públicos y gratuitos administrados por los ciudadanos locales.

9. ¿Revolución o metamorfosis? Aunque muchas cosas han cambiado, un precepto que sigue vivo no obstante su obsolescencia es la idea de revolución, de cambio súbito y violento. Imbuida de una fuerza épica descomunal, la idea de revolución encierra dones sagrados como el sacrificio, la entrega, la gloria, el heroísmo, todo lo cual da un sentido a la existencia de quienes se involucran. Hoy, en la era de la comunicación, la información, el conocimiento y la democracia, el cambio social requiere de nuevas fórmulas. La sociedad civil organizada, liberada ya del control de los poderes económico y político, debe conformar núcleos, redes, organizaciones basadas en la cooperación, el conocimiento, la comunicación y la toma democrática de decisiones. La construcción del poder social en territorios concretos debe ser un proceso expansivo, combinado cuando sea posible con la toma del poder político, en este caso con el único fin de consolidar, multiplicar y expandir el poder social. Ello da lugar a una nueva idea de cambio, como proceso gradual y acumulativo, y por ello recuerda al fenómeno de la metamorfosis. Dejar atrás la idea de revolución para sustituirla por la de metamorfosis otorga una visión anclada en la vida cotidiana, que se expresa en acciones concretas y que permite proyectar el cambio en el corto, mediano y largo plazo.

10. ¿Homo sapiens u Homo demens? Quienes hoy alcanzan a vislumbrar limpiamente la situación que se vive, que lo mismo produce angustia que temor, parálisis o desilusión, logran rescatar la dimensión más acabada del pensamiento crítico. Que no es de izquierda ni de derecha, ni conservador ni progresista, pues hoy las geometrías ideológicas han quedado rebasadas. Ellos han adquirido una “conciencia de especie”, una “ética planetaria”, una “inteligencia global”. Esta conciencia es fundamentalmente el reconocimiento de que la nuestra es también una especie mortal, una especie que dependiendo de las acciones actuales, presentes y futuras, puede llegar a desaparecer, y que por lo mismo se ha vuelto una especie amenazada de extinción. Lo anterior obliga a plantear las siguientes preguntas: ¿No hay en realidad una brecha tajante y profunda entre el ser humano dotado de esa conciencia de especie y el que carece de ella? ¿No parece que se procrean en realidad dos especies (sociales, culturales, ontológicas) dentro de un mismo gremio biológico?, ¿no estamos por lo tanto frente a dos miembros radicalmente distintos de una misma especie biológica? En suma, ¿no estamos reconociendo a dos especies diferentes, el “mono demente” (Homo demens) y el “mono pensante” (Homo sapiens), de cuya conflictividad y su resolución dependerá el futuro de la humanidad, el resto de los seres vivos y el planeta entero?

* Las 10 tesis aquí enunciadas se encuentran más desarrolladas en mis ensayos: “¿Contra Nosotros? La conciencia de especie y el surgimiento de una nueva filosofía política”, 2009, Polis (Revista de la Universidad Bolivariana) 8 (22), (www. scielo.cl/pdf/polis/v8n22/ art13.pdf.). Y: “Las claves ocultas de la sostenibilidad: transformación cultural, conciencia de especie y poder social”, En La Situación del Mundo, 2010, Icaria Editorial y World Watch Institute.

DIEZ APROXIMACIONES A LA GRAN CRISIS - Armando Bartra-

“Lo sabemos todo acerca de la catástrofe ecológica, pero de algún modo no creemos que vaya a ocurrir realmente”, escribió Slavoj Zizek. Y, efectivamente, hace ya cinco años que el Panel Internacional para el Cambio Climático anunció el acabose y no nos cae el veinte. Se escribe del desbarajuste, sí, pero cada cual sobre su crisis: ambiental, económica, energética… y poco sobre el ominoso conjunto. Sirvan estas tesis epigramáticas para compensar en algo la falencia. La Gran Crisis (GC) bien vale un decálogo

1. La Gran Crisis es una y múltiple. Entrevero de cambio climático, recesión económica, encrucijada energética, incremento de la pobreza y exclusión, descrédito de la política, anomia social, pandemias, éxodos, guerras. Debacle global cuya virulencia aumenta porque sus dimensiones tienen el mismo origen y se retroalimentan.

2. La Gran Crisis es de época, no de coyuntura, pues en ella confluyen el agotamiento del modelo neoliberal de desarrollo, del sistema económico capitalista y del orden civilizatorio urbano-industrial en una turbulencia prolongada con ocasionales recuperaciones seguidas de recaídas más profundas.

3. La Gran Crisis resulta de la degradación y escasez de las condiciones naturales y sociales de la existencia humana. Enrarecimiento de los recursos vitales como saldo del ancestral conflicto hombre-naturaleza y hombre-hombre que el capitalismo enconó de manera exponencial.

4. La Gran Crisis la provoca el capital al tratar como mercancías el dinero, al hombre y a la naturaleza. La especulación con el dinero genera periódicas contradicciones internas del sistema económico que frenan la acumulación, mientras que al ponerle precio al hombre y a la naturaleza se ocasiona una contradicción externa que fractura el orden civilizatorio.

5. La Gran Crisis se gestó a raíz del vuelco histórico por el que transitamos de sociedades con mercado que regulaban producción e intercambio, a sociedades para el mercado donde la economía priva sobre los hombres, el valor de cambio sobre el de uso, el trabajo muerto sobre el vivo y las cosas sobre las personas.

6. La Gran Crisis remite a la explotación del trabajo y la desigualdad económica, pero también a la opresión y ninguneo asociados con género, edad, etnia, creencias, elección sexual, apariencia. Es un envilecimiento abarcador, que carcome tanto el orden material como el espiritual y se extiende de la producción económica a la reproducción social, de la jornada laboral al tiempo libre, de la vida pública a la privada, de la vigilia al sueño.

7. La Gran Crisis marca el fin del prometeísmo providencialista: una forma de ser en el tiempo que situó el motor de la historia en el desarrollo presuntamente lineal y ascendente de la potencia productiva. Se trata de un determinismo finalista común al capitalismo y al socialismo que satanizó el pasado, fetichizó el futuro y nos unció al progreso como bueyes a una carreta.

8. La Gran Crisis invalida la presunción de que el porvenir nos depara un mundo de sabiduría total y abundancia ilimitada donde seremos libres, justos, fraternos y felices. Promesa que soslaya evidencias duras: que la ignorancia crece a la par que el conocimiento y el egoísmo cunde también entre los ahítos, mientras que se puede ser sabio con incertidumbres, solidario en la penuria y satisfecho en la austeridad.

9. La Gran Crisis es el acabose de la modernidad y no un tropiezo más en el curso de la modernización. El derrumbe general de un orden desencantado que ve superstición en las experiencias extáticas resultantes de nuestra apropiación intuitiva del cosmos; de un orden racionalista que rinde culto al pensamiento técnico, económico y administrativo de carácter instrumental; de un orden prosaico que subestima el poder de la imaginación y la poesía.

10. La Gran Crisis somos todos. Hay crisis no porque crujen estructuras e instituciones, sino por la acción de sujetos colectivos que asumen el magno descalabro como amenaza y desafío. Hay crisis porque somos capaces de negar y trascender lo que nos niega. Hay crisis porque hay esperanza.

viernes, 18 de marzo de 2011

Emboscada mortal por el grupo extremista Tehrik-i-Talibán

Hno. Hoan Castro

En todo el período cuaresmal, la Iglesia nos ofrece con particular abundancia la Palabra de Dios. Meditándola e interiorizándola para vivirla diariamente, aprendemos una forma preciosa e insustituible de oración, porque la escucha atenta de Dios, que sigue hablando a nuestro corazón, alimenta el camino de fe que iniciamos en el día del Bautismo.

(Mensaje del Papa para la Cuaresma2011)

En el momento en que fue atacado estaba sólo, venía de haber visto a su madre y se dirigía hacia su oficina de trabajo. … Una ráfaga de proyectiles acabo con su vida.

Llamadas anónimas lo habían ya amenazado de muerte desde 2009…Y estas amenazas se habían hecho más frecuentes desde que había sido elegido como líder político de las minorías de su país.

Estamos ya tan acostumbrados a oír esta clase de relato… Amenazas, levantones, torturas, muertes y venganzas… que al leer un título como este, “emboscada mortal” nos podemos imaginar o sugerir en el subconsciente el ya sabido desenlace criminal que vemos tan seguido en este nuestro país.

Pero no es así, el hombre asesinado hace unos días, para ser más concreto, asesinado cobardemente el dos de marzo de este año, se llamaba Shahbaz Bhatti…

No, no pertenecía a ningún cartel, ni era oficial del ejército o algún cuerpo policíaco. No era narco menudista, ni trabajaba para ningún Señor del cielo. Era sí un cristiano comprometido. Un laico que se aventuró a seguir a Jesús hasta las últimas consecuencias… Bhatti había sido nombrado Ministro de las Minorías del gobierno de Pakistán en Noviembre 2008.

Cuando aceptó este puesto declaró a los medios que la decisión de aceptarlo era para “trabajar por el bien de los oprimidos, marginalizados y excluidos de Pakistán” y añadió que seguiría comprometido en la lucha por la igualdad, la justicia social, la libertad religiosa y el crecimiento de las comunidades de minorías religiosas. Finalizó diciendo que quería dar un mensaje de esperanza a la gente que vive desilusionada, desesperanzada y decepcionad y que continuaría luchando por la reforma de la “ley blasfemica”.

Hace algunos años una larga entrevista que le fue hecha, dio oportunidad a los medios de comunicación para publicar un libro titulado: “Cristianos en Pakistán o Donde la esperanza es puesta a prueba” (Cristiani in Pakistan. Nelle prove la speranza), por Marcianum Press, Venezia. En ese libro Bhatti afirmaba: “Quiero que mi vida, mi carácter, mis acciones hablen por mí y digan que estoy siguiendo a Jesucristo. Este deseo es tan fuerte en mí que me consideraría un privilegio el que, en este esfuerzo y en esta batalla por ayudar a los necesitados, a los pobres, a los cristianos perseguidos de Pakistán, Jesús quisiera aceptar el sacrificio de mi vida. Quiero vivir por Cristo y quiero morir por él...”

“Muchas veces los extremistas han tratado de asesinarme, otras veces han tratado de encarcelarme. Me han amenazado, perseguido y han aterrorizado a mi familia. Pero yo no siento miedo alguno en este país. Yo digo que, mientras viva, hasta el último aliento, seguiré sirviendo a Jesús y a esta humanidad pobre, que sufre, a los cristianos, a los necesitados, a los pobres. ”

Cuando leo estas líneas llenas de fuego, pienso en Paulo de Tarso, y en tantos otros mártires a quienes la fuerza del Espíritu ha movido y sigue moviendo y llenando de audacia, en tantos testigos de la Fe, en tantos mártires por Cristo.

Bhati tenía una fuente de energía, un núcleo vital del que sacaba la fuerza para continuar su misión día a día. El nos dice: “Quiero deciros que me inspira mucho la Sagrada Biblia y la vida de Jesucristo. Cuanto más leo el Nuevo Testamento, los versículos de la Biblia y la palabra del Señor, más se reafirman mi fuerza y mi determinación. Cuando reflexiono en el hecho de que Jesucristo lo sacrificó todo, que Dios envió a su mismo Hijo para redimirnos y salvarnos, me pregunto cómo puedo seguir el camino del Calvario. Nuestro Señor dijo: "Ven conmigo, carga tu cruz, y sígueme". Los pasajes que más me gustan de la Biblia dicen: "Tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; era forastero, y me acogisteis; estaba desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a verme". De este modo, cuando veo a personas pobres y necesitadas, pienso que detrás de sus rasgos se encuentra Jesús, que me sale al paso…”

Mañana comenzaremos la cuaresma creo que el ejemplo de Shahbaz Bhatti es un acicate para vivir con mayor intensidad nuestro viaje hacia la Pascua de Jesús