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miércoles, 29 de diciembre de 2010

La alegría de darse uno mismo.

Timothy Radcliffe O.P

“La enseñanza de la Iglesia en el tema de la sexualidad está basada en la ley natural, pero el anterior Maestro de la orden dominicana arguye que una Visión Cristiana de la sexualidad puede también ser reconocida en otra clave de ética sexual derivada del regalo que Jesús hizo de si mismo durante la última cena .”

En Irlanda hace 50 años era notorio ver que los sacerdotes querían regular los besos. A la gente se le decía por cuanto tiempo ellos podían besar si eran menores de 18 años y había reglas que indicaban las clases de besos que estaban permitidos. El beso más peligroso de todos era el beso conocido como el beso francés.

El cuerpo esta hecho para comunicarse y la cara es el clímax de la comunicación del cuerpo. La cara manifiesta lo que significa ser corporal y la boca, hablando y besando expresan la culminación de la comunicación. Cuando pensamos acerca del cristianismo y la sexualidad, la gente generalmente pregunta que es lo que está permitido o qué está prohibido. Qué actividades sexuales están permitidas entre personas que no están casadas.¿Pueden personas del mismo sexo tener relaciones sexuales? Esto es comenzar la pregunta en el lugar equivocado. La primera pregunta a hacer en cualquier ética es: ¿Qué me dice mi conducta?

Ética, es aprender a actuar de tal forma que nuestras relaciones se profundicen. Una acción no es mala porque está prohibida, sino porque corroe la comunión humana y es por esta razón que esta prohibida. Es natural que si Jesús desea expresar la profunda comunión de Dios con la humanidad, lo haga precisamente entregando su cuerpo. El no nos da un montón de cosas. El realiza un signo que habla y crea comunión. Jesús dice: ¨ Este es mi cuerpo entregado por ti. ¨ Es un regalo. Esto podría parecer incomprensible hoy porque por 400años hemos tendido a pensar del cuerpo como posesión. Si uno piensa que su cuerpo es fundamentalmente una posesión, entonces tratara de hacer lo que quiera con él, en tanto y cuanto no moleste a los demás. El resultado ha sido una ética sexual que frecuentemente está basada en el Derecho a la posesión ¨ Ordinariamente el hombre ha sido visto como el propietario no sólo de su cuerpo sino también del cuerpo de su mujer. El podría hacer lo que quisiera con él, aunque ella no poseyese el cuerpo de su esposo de la misma manera. El adulterio por parte de la mujer se consideraba como una forma de robo pues durmiendo con otro hombre, estaba usando la propiedad de su esposo de manera ilegal. Cuando Jesús nos dio su cuerpo, estaba expresando el sentido más profundo del ser corporal. El ser corporal significa haber recibido todo lo que el ser corporal es de parte de nuestros padres y de los padres de nuestros padres. Es finalmente haber recibido nuestro ser de Dios. Nuestra existencia es un don a cada momento. Dios me da el ser hoy, aquí. Por eso nuestra relación sexual debe expresar el don de nosotros a los demás y la aceptación del don que es el ser de los demás. Las palabras de Jesús en La Ultima Cena nos llevan al corazón de la ética sexual. La sexualidad es algo en relación con la comunión. Lo que debe expresar es una generosidad mutua. Es la donación y la recepción del done. Pero La Ultima Cena fue también el momento en el cual Jesús aceptó y asumió la contradicción de la comunión. En esa noche el se entregó a Judas que lo habría de traicionar y a Pedro que después lo negaría y a los otros discípulos que huyeron aterrorizados. Fue La Noche Obscura, en la que hubo traición, mentira, miedos, violencia y muerte. En esa noche, Jesús confronta todo lo que amenazas y destruye la comunión. El lo confronta y lo trasciende.

La Eucaristía es el sacramento de la esperanza, porque en esa noche , cuando parecía que no había ya nada en que esperar, Jesús nos descubre ese maravilloso don de la entrega de si mismo. Y es por eso que la Ética sexual cristiana nos ayuda a vivir con esperanza ante nuestros fracasos, rechazos y mutuas traiciones. La Ética Sexual cristiana nos enseña a decir la verdad con nuestros cuerpos y a sobreponernos a las mentiras que a veces nos decimos.

Cuando se tienen relaciones sexuales con alguien, uno habla por medio de su cuerpo y dice: “Me entrego a ti sin reservas ahora y para siempre. Te acojo totalmente como don .” Pero si a la mañana siguiente dejo una nota cerca de la cama diciendo : Gracias por el placer que me diste, pero no te quiero volver a ver. Entonces nosotros estamos mintiendo con nuestro cuerpo, es como si fuésemos a decir: “Te amo eternamente”, para luego partir para siempre. Debemos tocarnos con verdad, significar lo que decimos cuando besamos. Necesitamos vivir conscientemente el sentido profundo de lo que hacemos con nuestros cuerpos. Por eso si la Ética Sexual Cristiana puede dar esperanza, debe enseñar a decir palabras que sanen las heridas causadas por nuestras mentiras e hipocresías, palabras que rompan nuestros silencios y restauren la comunión. No es suficiente ir a confesarse y recibir la absolución. Necesitamos recibir y darnos la absolución mutuamente. Vivir nuestra sexualidad auténticamente significa también que encontremos formas para superar las hipocresías y curar las heridas causadas por estas. Una mala conducta sexual esta generalmente en relación con el dominio y la violencia. Hoy en día, alrededor del mundo podemos ver cómo la violencia acompaña al sexo. La guerra siempre está asociada con la violencia a la mujer. Pero no sólo eso, ordinariamente la mujer está forzada diariamente a la dominación del hombre, que la obliga a tener sexo. Juan Pablo II decía que un hombre puede violar a su propia esposa.

Millones de niños son forzados a tener sexo con turistas extranjeros en Tailandia y Filipinas. Cuantas veces la dominación existe en las relaciones sexuales, entonces el nucleo de la sexualidad es negado. La Ultima Cena nos enseña que el corazón de la Ética sexual cristiana es la renuncia a la violencia.

Nosotros buscamos reciprocidad e igualdad. Cuando alguien desea el cuerpo de otra persona, este deseo no debe ser un deseo que busque avariciosamente apoderarse del cuerpo del otro , como si ese fuese un pedazo de carne para ser devorado. Debemos aprender a desear de tal manera que el otro se sienta gozosamente valorado en su vulnerabilidad y respetado en su propia existencia. Debemos gozarnos en el otro como Dios se goza con nosotros, tiernamente y sin dominar.

Si una buena relación sexual sabe superar la distorsión del poder y lograr la igualdad y la reciprocidad, entonces esa relación predicará el evangelio en el ambiente donde vive y confrontará las estructuras injustas de poder existentes en esa sociedad.

Frecuentemente las relaciones humanas son meramente eco de las formas de dominación de esa sociedad. Si la sociedad es regida por hombres, es probable que el hombre reine en casa y en la cama. Por ello mismo una buena ética sexual ofrece un reto con implicaciones políticas. Si hemos sido formados en casa para la reciprocidad, no viviremos en el hogar con estructuras políticas de opresión.

En el centro de esta ética sexual cristiana está la fidelidad. La forma típica que ésta ha tomado a través de la historia del cristianismo ha sido la de las promesas matrimoniales. Cuando el esposo y la esposa se juran mutua fidelidad hasta la muerte. Esto está llegando a ser cada vez más difícil en la sociedad actual. Debido a la longevidad y a la movilidad de las personas en general. El matrimonio es una institución frágil. De hecho los lazos matrimoniales ya no son tan estables como acostumbraban a ser. Vivimos en una sociedad con contratos a corto plazo en la casa o en el trabajo y esto crea multitud de problemas para las parejas cuyos compromisos se han roto y viven en situaciones irregulares.

Fidelidad es algo más que sólo no estar divorciado. Es ofrecer un contexto en el cual las personas toman tiempo para profundizar su sentido de pertenencia mutua, mirar al otro y dejarse mirar por el otro. Uno necesita coraje para permanecer con el otro a pesar de ver sus debilidades. La Eucaristía nos invita a permanecer fieles cuando nos descubrimos frágiles.

Hay una relación profunda entre sexo y muerte. En el Antiguo Testamento la más importante esperanza de inmortalidad se encontraba en la posesión de la descendencia. Uno será inmortal en la memoria de sus vástagos. Por eso la sexualidad era una forma de desafiar a la muerte Y esta era la razón por la cual se tenía el deber procrear hijos para el hermano que hubiese muerto sin descendencia.

En la actualidad sexo y muerte continúan en relación. En la mayoría de los casos el dar a luz un hijo era una situación extremadamente peligrosa para la madre. Hoy en día dar a luz en países de extrema pobreza conlleva el riesgo de contraer Sida, sobre todo cuando en esos lugares no hay un control de cuando y con quien se tiene sexo.

¿Qué es pues lo que la sexualidad cristiana puede ofrecer ante la muerte?... No es solamente la inmortalidad adquirida en la descendencia, aunque esta en realidad se nos revela como una profunda creatividad de la sexualidad humana ante la mortalidad. Es sobre todo un acto de amor, más grande que la muerte, al darse totalmente al otro. El cantar de los cantares dice : “Ponme de sello sobre tu corazón, como una señal sobre tu brazo. Porque fuerte es el amor, tanto como la muerte;” (8,6) Y en Cristo el amor es más fuerte que la muerte.

Las relaciones sexuales siempre deben de expresar ese amor del Padre por el Hijo que vence al viejo enemigo.

Nuestra sociedad esta obsesionada por el sexo pero al mismo tiempo le falta un significado profundo del mismo. Cuando la Iglesia articula su visión de la sexualidad, generalmente lo hace desde los términos de la ley natural. Esto tiene su propia utilidad y belleza y yo no quiero disminuirlos. Pero tiene el peligro de reducir la visión del sexo solo a la procreación. La sexualidad debe de ser tomada en el complejo contexto de la comunicación humana que tantas veces es vencida pero también vencedora.

En la noche anterior a su muerte Jesús nos dio su cuerpo y nos invita a meditar profundamente en lo que puede significar ofrecer el cuerpo por el otro. La sexualidad habla de la relación que se fundamenta en la entrega y la recepción del don de uno mismo. Al centro de la sexualidad esta la gratitud y la generosidad. La relación sexual es la transmisión del don de uno mismo y una profunda expresión de lo que significa ser humano.( This is an edited extract from the chapter by Fr Timothy Radcliffe OP in Christians and Sexuality in the Time of AIDS) Traducción Hno. Juan Castro

sábado, 18 de diciembre de 2010

Escritos a Compartir

El hermano Wiily Guerrero nos comparte algunos escritos:

DOS LOBOS

Una mañana un viejo Cherokee le contó a su nieto acerca de una batalla que ocurre en el interior de las personas.

El dijo, "Hijo mío, la batalla es entre dos lobos dentro de todos nosotros.

"Uno es Malvado -

Es ira, envidia, celos, tristeza, pesar, avaricia, arrogancia, autocompasión, culpa, resentimiento, inferioridad, mentiras, falso orgullo, superioridad y ego..

"El otro es Bueno -

Es alegría, paz amor, esperanza, serenidad, humildad, bondad, benevolencia, empatía, generosidad, verdad, compasión y fe."

El nieto lo meditó por un minuto y luego preguntó a su abuelo:

“¿Qué lobo gana?”

El viejo Cherokee respondió,

"Aquél al que tú alimentes."

Una frase:

EINSTEIN: el sentimiento cósmico religioso es el motivo más fuerte y noble de la investigación científica. Citado en el libro: un estado de ser: mi historia. Jz Knight 177


Citas del Texto:

ESPIRITUALIDAD: Masaje Atlante: Nina Llenares.

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LOS ESTATUTOS DEL HOMBRE. Thiago de Mello